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La inteligencia digital se revela imprescindible en un mundo que avanza sobre el vehículo de la digitalización. Por ello, el desarrollo de habilidades y competencias relacionadas con las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), que va mucho más allá de saber utilizar un smartphone o una Tablet, debe ser una de las prioridades para la sociedad en general y para el sector educativo en particular.

Según el informe del Foro Económico Mundial del año 2019, la Nueva Visión para la educación debe Fomentar el aprendizaje Social y Emocional a través de la Tecnología, en la actualidad laboral las personas deben ser capaces de: colaborar, comunicar y solucionar problemas con creatividad e inteligencia emocional.

El mundo de hoy no es igual al de hace 20 años, y el de mañana tampoco se parecerá al actual. La digitalización ha transformado nuestra forma de pensar, sentir y vivir, y su evolución es tan vertiginosa que los cambios, antes excepción, se han convertido en norma. De ahí, que la gestión del cambio se haya revelado como una competencia básica para las personas en pleno siglo XXI. Pero por encima de esta se eleva la inteligencia digital, para cuyo desarrollo es fundamental una educación disruptiva.

QUÉ ES LA INTELIGENCIA DIGITAL

Según el DQ Institute, creador del término en 2016 y que posteriormente lanzó el movimiento #DQEveryChild junto al Foro Económico Mundial, la inteligencia digital es “la suma de las habilidades sociales, emocionales y cognitivas que permiten a las personas enfrentar los desafíos y demandas de la vida digital”. Apunta, además, que dichos retos no se incrementan tanto por los dispositivos que utilizamos sino por las experiencias a las que estos nos brindan acceso.

La inteligencia digital se tornará fundamental para el desarrollo de las competencias digitales y de los perfiles digitales que demanda este siglo. El objetivo para los educadores, por tanto, es ir más allá de pensar en las TIC como una nueva plataforma educativa y fomentar la capacidad de los estudiantes para sobresalir en un mundo donde los medios digitales están omnipresentes.

Esta aptitud social y emocional combinada con habilidades tradicionales, formará a las nuevas generaciones (Estudiantes Centennials) para que triunfen en una economía digital en evolución, para una Economía del Conocimiento.

Al igual que podemos medir la inteligencia general (IQ) o la inteligencia emocional (EQ), el DQ Institute asegura que la inteligencia digital (DQ) también puede medirse. Además, señala que es altamente adaptativa y que puede construirse día a día, asimilándose con mayor eficacia a una edad temprana. Sin una inteligencia de estas características, se está más expuesto a amenazas como el ciberacoso, el robo de identidad o la desinformación (fake news).

LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA DIGITAL (NIVELES Y CAPACIDADES)
La inteligencia digital se divide en cuatro niveles:

Nivel 1. Ciudadanía digital
Utilizar la tecnología y los medios digitales de forma segura, responsable y eficaz, en un desarrollo continuo de normas de uso de la tecnología apropiada, responsable y empoderada.

Nivel 2. Creatividad digital
Crear nuevos contenidos y convertir ideas en realidad mediante el uso de herramientas digitales.

Nivel 3. Emprendimiento digital
Utilizar medios y tecnologías digitales para resolver problemas cotidianos, desafíos globales o crear nuevas oportunidades.

Nivel 4. Pensamiento Computacional
Resolver problemas cotidianos mediante el uso de los conceptos fundamentales de la programación informática cuyas soluciones pueden ser representadas mediante una serie de pasos o instrucciones.

A su vez, la inteligencia digital debe desarrollar una serie de capacidades:

Identidad digital
Crear y administrar la propia identidad y reputación online. Esto incluye el conocimiento de la propia personalidad online y la gestión del impacto a corto y largo plazo de la presencia online.

Uso digital
Utilizar con soltura dispositivos y medios digitales, incluido el autocontrol para lograr un equilibrio saludable entre la vida online y offline.

Seguridad digital
Evitar y limitar los riesgos online (cyberbullying, grooming, radicalización, etc.), así como el contenido problemático (contenidos violentos u obscenos, entre otros).

Protección digital
Detectar amenazas cibernéticas (piratería, estafas, malware, etc.), comprender las mejores prácticas y utilizar herramientas de seguridad adecuadas para la protección de datos.

Inteligencia emocional digital
Ser empático y construir relaciones online saludables con otras personas.

Comunicación digital
Comunicarse y colaborar con otras personas utilizando tecnologías y medios digitales.

Alfabetización digital
Encontrar, evaluar, usar, compartir y crear contenido, así como desarrollar el pensamiento computacional.

Derechos digitales
Comprender y defender los derechos a nivel digital (a la privacidad, la propiedad intelectual, la libertad de expresión y la protección contra la incitación al odio, entre otros).

CÓMO IMPULSAR LA INTELIGENCIA DIGITAL
A medida que la Cuarta Revolución Industrial avance y nuestras vidas estén cada vez más conectadas, la salud y la prosperidad de las sociedades en todo el mundo dependerá de la inteligencia digital. Los niños ya están inmersos en el mundo digital lo tienen, literalmente, al alcance de su mano y ellos definirán el mundo del mañana, pero para ello deben estar dotados de las habilidades necesarias. Para conseguirlo, toda la sociedad debe involucrarse, tanto desde la esfera pública como desde la privada.

El poder político debe comprender la importancia de la inteligencia digital como base de una sociedad digital y convertir en una prioridad la implementación de programas que impulsen las capacidades digitales de sus ciudadanos. A su vez, debe cubrir las brechas de los sistemas educativos, dotándolos de recursos y experiencia.

El mundo digital ofrece numerosas oportunidades, pero también es una fuente de preocupaciones para padres y educadores. La educación, por tanto, debe comenzar en la esfera de influencia de los niños: los padres en sus hogares y los maestros en las escuelas. Las oportunidades de evaluación, que permiten a los niños comprender mejor sus propias fortalezas y debilidades, son fundamentales para orientarles hacia el éxito.

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